El investigar en el mundo de las ideas requiere una asepsia personal sobre el tema, asepsia que parece que no se prodiga. Uno debe sentirse desprendido del tema que analiza. Sólo así logrará la independencia mental y emocional imprescindible para llevar a cabo sus análisis, para no sesgar éstos, para no tirar de la mesa las vías de análisis que puedan poner en peligro la propia convicción. De hecho y en este asunto, tener una convicción ideológica asumida inhabilita a uno para hacer investigación. Sólo una honradez absoluta nos permitirá investigar el origen de nuestras creencias y filosofía de vida. Y parece difícil imaginar una honradez absoluta cuando están en juego las convicciones personales propias más íntimas y existenciales.
Por eso hay que decir que investigar no es lo mismo que quedarse tranquilo. Investigar es averiguar la verdad de una cosa. Y para poderlo hacer, hay que quererlo hacer. Otro requisito evidente es que para averiguar la verdad de una cosa hay que partir de la base de que la verdad tal vez no esté descubierta. Tan castrador para la investigación sería dar por hecho que lo que se acepta como verdad no puede serlo y que hay que "descubrir" alguna solución nueva, como asumir que no hay nada que investigar porque todo está ya descubierto.
Es por eso que debemos tener en cuenta que la opinión personal rápida como la convicción ideológica propia, pueden ser obstáculos insuperables que impidan al lector convertirse en investigador del mundo de las ideas. Esas mismas circunstancias le impedirán argumentar con ejemplos sacados de la vida misma, de su propio trabajo. Porque cuando se dan los obstáculos ya mencionados, no se pueden mostrar los resultados de unos cientos de horas que nunca se dedicaron al tema que sólo mentalmente se defiende.
El investigar es un arte, no lo dejemos caer en el hoyo de la historia, por el contrario, debemos alzarlo al asta de la sabiduría, en donde encontrará un lugar perfecto para poder día tras día crecer y evolucionar a niveles infinitos con lo que hará de nosotros seres humanos más desarrollados integralmente.
Escrito por Delfo Tomislav Gastelo M.